viernes, 27 de marzo de 2009

Trasformando colores


Llegué a esta ciudad con un puñado de penas en la mano, algunos sueños lejanos en mi pecho y otras dudas bastante importantes en mi cabeza. Pasaron los días y fueron pasando las experiencias. Muchas de ellas muy malas, otras muy buenas. Punto medio, ninguno. No existió el punto medio aquí en México. Nada de grises, todo blanco y todo negro. Ahora que llega el momento de terminar de trabajar y decirle adiós a esta ciudad que tanto odie en un comienzo, me paro frente a todo el mundo y digo “me quedo”. Me quedo a conocerla más. Me quedo a recorrerla. Me quedo a conocer su gente. Me quedo a conocer sus famosas playas. Me quedo a enamorarme aún más. Me quedo a que todo lo negro del pasado se convierta en colores brillantes que me hagan bailar, gritar, reír y llorar de alegría. 

martes, 24 de marzo de 2009

Metáfora para niñas


Me tiembla el ojo izquierdo. ¿Será porque está del lado del corazón? No lo se, se poco de anatomía humana. Intento contar la experiencia vivida por aquel bosque y no se bien como empezar. Comenzaré como empiezan todas las historias infantiles.

Había una vez un bosque que intenta ser pacífico y creo que lo es. Le aterra la violencia física, psicológica y mental, es por eso que intentó sembrar sus propios árboles lejos de todo eso, pero evidentemente no tanto. Aquel bosque comenzó sus últimos días un tanto perdido por tantos árboles nuevos dando vueltas. No encontraba sus límites. Habían tallado varios de sus ramas, por lo cual mas perdido se encontraba aún. Peor de golpe empezó a ver algunos nuevos brotes, lo que lo hizo muy feliz. De repente llegó su bosque un árbol, uno solito, pero muy poderoso. Era raro, casi incomprensible. Era peludo y alocado. El bosque se emociono con tanta energía fluyendo por aqui y por allá. Se asustó un poco ya que estaba acostumbrado a la paz, a charlar, a hablar sobre el viento, sobre los nuevos brotes y sobre el amor. Sin embargo, en un principio siguió el juego, igual sabía que este árbol no se quedaría por siempre allá. Los dos lo sabían pero jugaban. Un día el árbol alocado se descontroló demasiado y el bosque se alejó por un rato. Mientras se alejaba conoció algunos de los árboles que lo componían que estaban por ahí cerca, pero nunca habían hablado con el. El bosque se tranquilizó nuevamente, volvió a su centro y comenzó a disfrutar de la manera que más le gustaba. A los pocos días el árbol alocado volvió y buscó al bosque. Ahí, se armó una batahola de malos tratos. Imagínense ustedes que el bosque no lloró pero miles de cosas pasaban en su interior. Hasta llegó a replantearse si estaba equivocado, si ser como era estaba mal, si no descontrolarse era un error en esta vida. El árbol casi destruye al bosque con sus palabras hirientes. El bosque nunca había vivido algo así. Muchos de sus árboles cayeron a causa de los gritos y atrocidades. Pero el árbol fundador quedó en pie, mas fuerte que nunca. Pensó en aquellos árboles que lo sostienen, pensó en los brotes que habían sobrevivido a la tormenta. Llegó el final del día y estaba cansado, pero había que volver a empezar. No se mudaría de lugar, estaba muy bien en el lugar que había encontrado, si se replantearía algunas nuevos ingresos al bosque. No quería sufrir más bajas. Estaba listo una vez más para empezar de nuevo. 

sábado, 21 de marzo de 2009

Primavera mexicana


Mucho trabajo. Comer poco pero muy bien. Conocer gente de varios lugares del mundo. Encontrarme con una cultura. Fricciones en el hotel. Frio. Calor. Noches de alcohol. Fresa, todo muy fresa. Amor a las española. Dormir siestas. Conocer lugares. Pedir deseos. Hacer volar una mariposa por primera vez. Fumar mucho. Extrañar. Llorar por primera vez en estas tierras. Estar en silencio mucho tiempo. Secuestro express. Ver el cielo azul por primera vez. Cenas de trabajo que terminan raro. Hoteles con muchas estrellas. Comida picante que ya no pica. Mensajes de texto durante todo el día. Orgullosa de mi chef. Falsedades. Pisos que se iluminan desde abajo. Amor y odio al DF. Encuentro con viejos amigos. Aqui primavera, allá otoño. 

sábado, 14 de marzo de 2009

Frida y Diego


Me seco las lagrimas que fluyen de mis ojos mientras leo una carta que una mujer le escribió a su hombre hace ya muchos años. Cuando estos dos seres aún tenían latidos. Sueño al ver sus casas separadas y unidas por un estrecho puente. Deseo alguna vez ser tan inteligentemente sana para poder lograr una relación así. Sin embargo, celo al Diego mujeriego y tan horriblemente seductor. Admiro sus obras y sus pensares. Me agarro la espalda del dolor al ver cada uno de los yesos casi perennes que la vistieron. Respiro cuando camino por esa casa azul y tan llena de vida, a pesar de la muerte. Sufro su dolor. Amo su amor. Disfruto sus colores. Me uno a su revolución.  

miércoles, 11 de marzo de 2009

Corazón arribando


Tengo 500 pesos en mi bolsillo y no me emociono como cuando estoy en mi ciudad con esa cantidad de dinero ¿Porqué será? Porque empiezo a conocer lo que vale cada uno de los billetes. Voy paseando por las calles de esta ciudad y ya se para donde está el norte, donde está el bar ese lindo, donde está la plaza más famosa. Donde están los mariachis. Empiezo a ubicarme de a poco. Tomo el subte y ya no miro a cada una de las personas intentando que me digan algo de este lugar, sino que lo vivo por mi propia cuenta. Comienzo a llegar al DF, poco a poco. Todavía no he visto las ruinas de lo que fue este lugar, pero ya empieza a sentirlas. Todavía no vi la cama de Frida pero me la imagino en cada trolebús que pasa repleto de gente por el cemento. Los ojos se me acostumbran al smog, ya no lloro tanto, ya no me sangra la nariz, aunque los labios y la piel siguen secas como nunca antes en mi vida, la luna sigue viéndose roja y la nube sigue estando sobre la gran ciudad. Sin embargo yo estoy acá, un poco trabajando, otro poco disfrutando y mucho otro conociendo este país lleno de corazones de lata. 

sábado, 7 de marzo de 2009

Mexicanenado mientras pienso


No se si empezar por lo bueno o lo malo de todo esto. Supongo que por lo malo, como siempre. Siempre que alguien me dice "tengo algo bueno y algo malo para decirte. ¿Cual queres primero?" Siempre elijo que me diga primero lo malo para finalizar la charla con algo positivo. Asique aquí estoy arrancando por lo malo de estos primeros días de viaje. Todo es muy difuso aquí en el DF. El smog está por todos lados, los autos te apretan, te gritan con sus bocinas, te invaden. Tardas una hora en un viaje que a la noche lo haces en diez minutos. Se te secan los labios constantemente, los ojos rojos perennes por el aire viciado y enfermo. Laboralmente no tengo mucho que decir, porque todo está saliendo bien. Solo que no me acostumbro a tener cenas de trabajo, a tomar alcohol y comer delicias con gente de trabajo, hablando de trabajo, o de cosas que no me interesan hablar en mis ratos de ocio. Estoy mas callada que nunca. Como quien escucha sin parar, como quien no tiene nada que decir, como quien está pensando algo mucho mucho. 
Lo bueno de todo esto. Es estar contacto con gente de otro lugar. Ver como trabajan, como miran, como piensan, que les gusta, como hablan. Aunque estamos en contacto en general con la alta clase de este pis, y me gustaría encontrarme con los otros, como yo. He comido en estos días cosas impensadas y que jamás me hubiese imaginado sentir en mi boca todas mezcladas. Al trabajar en un canal gastronómico acá somos como dioses y todos nos quieren agasajar con sus delicias. La contrapartida de todo esto es que estoy engordando a más no poder y que mi cara se llena de granos raros con el correr de los días. Sigo hablando de cosas malas, cuando dije que iba a terminar con las buenas, pero así soy. Otra vez, como me pasa en cada viaje que hago me busco e intento reencontrarme nuevamente. Escucho mis silencios más que otras veces. Busco cambios mucho más que cuando estoy sumergida en la monotonía de la cotidianidad. Y así estoy aquí y ahora en México DF, buscando nuevas cosas que mirar y que vivir. 

domingo, 1 de marzo de 2009

Secuestro express


Me despierto cansada luego de un casamiento que no me dejó ningún recuerdo nuevo, más que el haber elegido por primera vez en mi vida la cinta que tenía el "deseado" anillo. Abro las ventanas. Hace mucho calor y hay mucho sol. Miro mi celular esperando encontrar algún mensaje alentador, pero nada. Estoy sóla. Falta un día para mi cumpleaños y me siento sóla. Sin embargo me aíslo aún más. Agarro mi bici y me voy a la terraza de mi madre pensando encontrar tranquilidad. Llego, mi madre no está (ya lo sabía). Subo a la terraza y me encuentro con varios seres desconocidos y coquetos. "Ufa", digo para mis adentros pero sin embargo me recuesto ahí a leer. Está nublado, pero sin embargo me quedo porque las terrazas tienen ese noseque que genran algo en mi. Me llama mi mamá y al escuchar su voz descubro y descubre que estoy triste. Lloro en silencio para que mis coquetos vecinos no lo noten. Le habló tan seco y triste a mi mamá que se preocupa y luego de cortar la comunicación me manda un mensaje que me dice "Voy para allá". Ahí comienza una seguidilla de malos entendidos. Ella vuelve a llamar. Yo no quiero hablar por teléfono, entonces no la atiendo. Al rato llama mi padre, tampoco atiendo. Empiezan a llamar varias personas de mi familia, preocupados ellos, pero sigo sin tener ganas de hablar. Empieza a llover y me quedo sóla en la terraza sintiendo la lluvia, intentando que ella me lave un poco está melancolía pre cumpleaños. Contesto algunos mensajes a mis parientes y ellos evidentemente lo interpretan raro. Bajo al departamento vacío y me recuesto a distraerme con Los Simpsons. No lo logro. El telefono sigue sonando. Me quedo sin batería en el celular, y es un alivio en ese momento. Al rato suena el telefono fijo del departamento, es mi papa, con voz asustada. Me pregunta qué pasó, que está viniendo la policía para ver si estoy bien. Sorprendida, digo que solo tengo un mal día. Hablo con mi amada hermana, que ríe para no llorar. Suena el timbre de mi casa, es mi cuñado que viene llorando. Lloramos los dos juntos sin saber bien porque, o sí, pero lloramos por cosas diferentes. Me siento culpable. Subimos los dos al departamento. Al rato llega mi mamá desencajada, me abraza y lloramos. Me dice cosas terriblemente hermosas. Me siento más culpable y odio la era de los celulares, en donde uno no contesta y el otro se preocupa sobremanera. Estoy bien. Y dejo de sentirme sola. Llegan al departamento más personas preocupadas por mí y que me quieren. Estoy como en una burbuja, no entiendo bien como pasó todo esto. Quizás tenía que pasar un día como hoy para sentirme querida, no lo se. Pero preocupé a un montón de gente sin quererlo, sin pensarlo y sin planearlo. Lloro con mi mamá abrazadas en el sillón, tomamos mate y nos recomponemos. Un mal día tiene cualquiera, pero hoy la melancolía, la lluvia, el calor, la terraza, la batería del celular, el ex inquilino del departamento de mi madre (medio mafioso él) y mis lagrimas conspiraron para sentirme menos sóla en este mundo.