lunes, 31 de diciembre de 2012

Maldito balance rojo



Una de las metas de este año mío fue intentar ser más simple. Con lo cual sin más preludio que estas palabras comienzo con mi balance 2012.

Lo malo

-       La enfermedad.
-       El desamor.
-       Las necesidades.
-       El ostracismo de la primera mitad del año.
-       Mis dolores de panza.
-       La desnudez de mi familia en los momentos críticos.
-       Desconectarme del arte.
-       Mi frialdad.
-       La dureza.
-       Mi falta de sueños.

Lo bueno

-       La certeza de lo inevitable.
-       La fortaleza de mi sobrina.
-       La desnudez de mi familia.
-       Mi hermana.
-       El amor efímero.
-       Bailar.
-       La música que me toca.
-       Aceptar a los otros.
-       Intentar aceptarme a mi.
-       La luna.
-       Abrirme sin prejuicios.
-       La diversión de la última parte del año.
-       El reencontrarme conmigo.
-       El llanto liberador de fin de año.


domingo, 2 de diciembre de 2012

Vuelo


Te subís a un avión. Te abrochas el cinturón. Te aseguras que esté bien abrochado. Luego pasa la azafata chequeando que lo tengas puesto. Te indican con una sonrisa que deberás hacer en caso de un accidente, despresurización o caída al mar. No le prestas mucha atención.
El avión comienza a carretear. La inercia te hace pegarte al asiento. Algunos sienten miedo, otros pánico, otros felicidad, como yo. De golpe estas volando junto con los otros pasajeros y tripulantes. Todo empieza a hacerse chiquito desde el aire. Los edificios, las calles, las luces empiezan a convertirse en una enorme maqueta puesta ahí ante tus ojos. ¿Y vos que ves? Todo lo que dejas. Los amigos, la familia, algún amor, tu casa, tu vida cotidiana. Desde lejos todo se ve distinto, siempre. Para mejor o para peor. Pero no hay duda que la distancia aclara algunas cuestiones. Desde lejos, volando, vez tu mundo como a una maqueta, vez la globalidad de tu vida dejada de lado por algunos días. Ves el cuadro completo de eso que estas dejando. Ya no estas inmerso en ese ser cotidiano que sos todos los días al despertarte. Ahora solo depende de vos que haces con eso que viste desde el cielo. Podes cerrar los ojos y dormirte para hacer el viaje más corto. Podes entrar en pánico y distraerte sintiéndote mal. O podes ver todo desde lejos y tomar nuevas decisiones con eso que estas viendo. Es, quizás, una nueva posibilidad de cambio. Es quizás un nuevo comienzo. Y ahí, cuando estas aterrizando unos días más tarde a esa maqueta que se convertirá nuevamente en tu lugar, tus edificios, tus calles, tus luces, tus amigos, tu familia, tu amor. Es ahí donde podés cambiar algo, solo si querés. Sino mantendrás todo igual, como si nunca hubieras volado. Como si nunca hubieras visto todo desde lejos. Como si nada hubiera pasado entre ese que eras antes de despegar y este que regresa ahora.