viernes, 19 de marzo de 2010
Ivasión
Un día me despierto y no siento nada. Ni dolor, ni felicidad, ni amor, ni desamor. No estoy mal, pero no tengo sentimientos exultantes de ningún tipo. De golpe la búsqueda o el encuentro me llama. Sin ningún tipo de esperanza, me entrego. Los minutos pasan, las palabras se acumulan una tras otra de forma preciosa. Algo se despierta en mi. Algo se despierta en él. Las horas pasan una trás otra. Todo mejora. No estaba mal antes, pero de golpe todo empieza a estar bien, muy bien. Las voces fluyen, se enredan, juegan, se reconocen, se gustan. La charla crece y como efecto las ganas también. El primer encuentro es lindo, nervioso, rápido. Los días pasan y la invasión de sentimientos crece. Esos sentimientos que uno siempre busca y casi nunca encuentra llegan a mi y se instalan en mi cabeza, en mi cuerpo entero. Me abren, me despiertan, me hacen respirar, vivir y "enfelicidarme".
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