sábado, 17 de abril de 2010

Pasa que...


La felicidad me hace escribir menos. La pulsion por escribir disminuye por estos días, y me dedico a vivir, a disfrutar, a mirar, a hablar más y a escribir menos. Por otro lado, escribir de cosas felices me cuesta más, me parece hasta aburrido. A la felicidad se la vive, no se la describe. Por el contrario, las tristezas encuentran un gran refugio en las palabras. La tristeza se transforma en algo bello cuando es descripta. La tristeza escrita alivia y libera al portador de la misma.