De golpe y porrazo en nuestro país y en el mundo aparecen gripes y enfermedades mortales que empiezan a propagarse de un lado al otro. A cada minuto, los periódicos anuncian nuevos casos cada vez más lejanos unos de otros. La gente se desespera, llaman a sus hijos para decirles que se cuiden, que no toquen nada, que no se dejen picar por mosquitos, que no coman una de las carnes más ricas del mundo y sobre todo que eviten el contacto físico con las demás personas.
Si es así como los medios dicen, y como afirman los más sensibles a este tipo de noticias, el mundo estaría llegando a su fin y con él nuestra vida.
Si así me lo creyera, si pensase realmente que mi finitud ha llegado esto es lo que haría:
- viajar a México, el epicentro del virus
- besar a un desconocido en la calle
- caminar bailado y cantando por la calle sin que me importen los demás
- renunciar a mi trabajo
- levantar mi abstinencia sexual
- tirarme en paracaídas por segunda vez
- agarrar una cámara familiar y grabar todos mis últimos momentos
- gastarme todos mis ahorros en comida rica, vino y algunas drogas
- hacer el amor mucho, mucho, mucho
- abrazar a la gente en la calle
- tomarme unos tequilas
- escupir en la cara a la gente detestable
- comer mucho chocolate sin culpa
- abrazar y besar a mis amores
- guardar en una caja cinco cosas que desearía dejarles a los que nos sucedan (si es que alguien que se le anime a esta vida)