martes, 25 de agosto de 2009

Cursilerías


¿Porqué soy tan cursi? ¿Porqué soy tan llorona? ¿Porqué me emociona todo? Son preguntas que quizás no tengan respuestas. O quizás las respuestas esten tan adentro mío internalizadas que nunca las encuentre. Tampoco me preocupa tanto responderlas, anque sí el hecho de dar cuenta de este rasgo de mi personalidad que me hace hacer algunas cosas a veces bien y a veces mal aceptadas por el resto del mundo que me rodea.
La cuestión es que desde chica, por ejemplo, no puedo hablar de mí profundamente sin que se me caigan las lágrimas. Siempre, o casi siempre que tengo una charla intima con alguien y les hablo de lo que siento, de lo que soy, de lo que quiero, lloro. Pero, cuidado humanos lectores, no lloro de tristeza siempre, eso es lo raro. Lloro porque me emociono cuando me desnudo el alma. Supongo que será lo poco que me queda de aquella niña hiper tímida e introvertida que alguna vez supe ser.
Por otro lado, es llamativo que también lloro automáticamente cuando veo llorar a alguien que quiero. Sea la razón que sea, y me afecte o no me afecte directamente, no puedo contener las lágrimas cuando alguien de mi precioso entorno se emociona o se entristece.
Me emociono cada vez, en serio cada vez, que veo a una pareja mirarse a los ojos enamorados, o besándose apasionadamente. Voy en el colectivo, por ejemplo, y los veo ahí parados en una esquina, sin sentir el frío del invierno, mirándose y comiéndose con los ojos, sonrientes, con esa sonrisa hermosa y tonta que tienen los enamorados. Cuando esto sucede no puedo quitarle mis ojos de encima. Me emociona ver al amor andando por estas calles llenas muchas veces de sentimientos menos dignos.
Me derrito de sólo leer cartas de amor, de las contemporáneas y de las de antaño. Palabras de amor dedicadas a algún ser desconocido o conocido. Amor pasado a palabras escritas. Me emociono con las inscripciones de amor callejero.
También, lloro con todas y cada una de las películas de amor que existen. Lloro porque se que son mentira y lloro porque a pesar de eso siempre espero que me sucedan.
Supongo que toda esta sensibilidad son efecto de la sensibilidad extrema de mis padres. Supongo que además la forjé yo a lo largo de mis años. Supongo que siempre voy a ser así, porque me gusta, porque hago catarsis, porque no puedo ser otra más que quién soy: una cursi mujer que llora emocionada por la vida. Llora entristecida cuando la vida se vuelve roñosa y llora cuando siente que no se le va a pasar esta vida sin sentirla plenamente.

viernes, 14 de agosto de 2009

Cosmovisión

Ante la afirmación:"Este es mi nuevo numero de teléfono!!! ", que mandé a mis más cercanos contactos estas son las diversas contestaciones que recibí.

- P dixit "Sale y vale"
- A dixit "Te tengo mi amooooor"
- V dixit "Que rápido! Good! Viva la freedom mamma, love you"
- MP dixit "jaja! Una vez más las locas casulaidades, justo estaba escribiendo felicidades! Binvenida al solafuera de la caverna. beso"
- P dixit "Sos ex mandarina?"
- AP dixit "Eso explica tu indiferencia absoluta"
- J dixit "Bien rojo"
- E dixit "Juli F? Bien. Vos?"
- M dixit "Felicitaciones, te liberaste amiga"
- G dixit "Juliana is back"
- N dixit " Quien sos?"
- J dixit "Felicitaciones! siempre tratando de crecer y no de sentar cabeza"

Leyendo los mensajes me doy cuenta que cada persona es un mundo. Cada persona es su propio mundo.

domingo, 9 de agosto de 2009

Casa mía


Febrero de 1980. Mi familia, por aquel entonces compuesta por mi hermana mayor, mi papá y mi mamá embarazada de ocho meses, se mudan a una casa de la calle Pensamientos. Luego de una corta estadía en Capital Federal deciden mudarse a este hermoso barrio donde las calles llevan nombres de flores y de aviadores. Barrio donde todo el mundo se pierde y se encuentra. Barrio donde las calles no son rectas, barrio donde todo el mundo se conoce, más no sea de vista. Barrio en el que yo nací un mes más tarde que mi familia se mudara a esa casa de la calle Pensamientos.
Y ahí pasé toda mi infancia. Empecé a ir al colegio a los cuatro años, porque a los tres lloraba mucho y extrañaba a mi mamá. Supongo que eran celos porque mi hermanito había nacido y no quería perder mi lugar. Claro, de golpe de ser la hija más chica, me convertía en la conflictiva hija del medio. Y así fue. Aunque no creo haberle dado demasiado problemas a mis padres, creo haber sido la que más les di en aquellos años de adolescencia.
Y en esa casa vivi casi todo por primera vez. Aprendí a caminar, aprendí a sonreír, aprendí a comer. Aprendí a tomar vino patero, y fue en esa casa a donde me empezó a gustar el vino. Aprendí a relacionarme con mi amigos, aprendí a bajarme de la cama de arriba porque abajo dormía en un colchoncito (famoso en mi casa) mi novio. Aprendí a hablar con mi familia. Aprendí las cosas más importantes que se hoy en día, supongo.
Agosto de 2009. Hoy a mis 29 años esa casa se vende. Y va a pertenecer a otra familia. Quizás ellos aprendan cosas ahí, no lo se. Lo que se es que con esa casa se cierran algunas etapas de mi vida. Con esa venta se va mi infancia, o ella solo queda en mi memoria y en la de los que pasaron por allí. Allí quedaran nuestras historias, nuestras infinitas felicidades nuestras tristezas, nuestros días cotidianos en familia, nuestros comienzos. Afuera de esa casa queda todo lo demás, todo lo que vino y aun está por venir.

jueves, 6 de agosto de 2009

Regalo, vendo, permuto sonrisas...


Hoy tengo ganas de salir a la calle sonriente. Mirar a la gente que pasa por mi lado y sonreirle. Casi amenazante, diría yo. Casi obligándolos a sonreír. A que se den cuenta que hay miles de cosas por las que sonreír, señores. Solo que por momentos estamos llenos de "peros", de "si yo pudiera...", de "en otro momento haría...".
Hoy tengo ganas de salir a la calle y desnudar a la gente y decirles en la cara que hay que hacer lo que se quiere hacer. Nada tan malo puede pasar. Nada tan terrible puede ocurrir que nos deje sin vida. Tengo ganas de salir a la calle y vomitar mi energía envuelta de sonrisas. Ganas de irme a aquel lugar donde me quiero ir y sonreír. Y elegir y ser elegida, una vez más, pero esta vez en serio. Ganas de hacer la revolución de la risa, como dice un amigo. Si. si hoy quiero eso y aquí estoy de frente al mundo perenne, para hacerle frente y sonreír, pase lo que pase. Si la vida no está para eso, para que corno está adentro nuestro?

martes, 4 de agosto de 2009

Liberata


Tener todo por delante es lindo y a la vez da un miedo terrible. Me acuerdo hace ya muchos años un canoso profesor de teatro me dijo "la libertad está buena pero ante ella tenes muchas responsabilidades. Ante ella tenes que elegir vos, Nadie te va a imponer nada si sos libre". Puff, si entenderé esa frase en estos momentos de mi vida. Tengo toda la libertad, tengo tiempo, tengo energías, y sobre todo tengo preguntas. ¿Y ahora qué? Se que es una buena decisión, digo está de aferrarme a la libertad y volar solita como pueda. Pero los miedos andan por ahí, me observan desde lejos, me indagan. Miran hacia el sur, me guiñan el ojo, intentan acercarse pero los espanto con una sonrisa.

lunes, 3 de agosto de 2009

Sin duda


Me aguanto el llanto todo el día y justito ahora que abro está página y me concentro para escribir estas palabras que brotan de mis manos, mis lágrimas empiezan a caer. El nudo en el pecho se desata y mi cara se humedece por completo en unos segundos. Otra vez comienza la etapa de extrañar. Luego de un oasis de dos semanas de amor, amor y amor, nuevamente me toca dormir con mis fieles compañeras de goma espuma. Ahora es diferente pero es igual. El amor es más grande, los minutos más largos, los proyectos otros, las ideas nuevas. ¿Qué va a ser de mi? Me pregunto a cada rato. ¿Qué va a ser de este amor? Me pregunto al responderme. Preguntas, kilómetros, puertos, tengo en la cabeza por estas horas. Besos y palabras en la boca. Y nada de dudas en el cuore.