domingo, 14 de octubre de 2012

Ese momento entre ahora y mi muerte



Contrariamente a lo que dicen algunas teorías psicoanalíticas. Contrariamente a lo que sienten algunos seres miedosos. Contrariamente a lo que muestran las películas. Contrariamente a lo que me hizo sentir aquel vecino a los 8 años cuando me contó que ella existía. Yo, tengo una relación positiva con la muerte. Si hay algo que siento cada vez que tengo cerca a la muerte, la pienso, la hablo es ganas de vivir esta vida mía.
Ya venía con una tendencia hacia esta relación amistosa con Ella desde chica. Se intensificó cuando fui a México. El día de los muertos y sus colores. Las calaveras alegres, floreadas, llenas de adjetivos vivos, intensificaron está manera de sentirla. Mi tendencia suicida es nula, con lo cual no es una relación de amistad forjada por mi cercanía enferma hacia ella.  Es que a mi ese agujero negó, esa nada inmensa y eterna me aburre. ¿Miedo? No le tengo miedo a la muerte. Quizás en el futuro las cosas cambien. Tengo muy en claro que soy finita, como todos los que me rodean: todos.  Miedo le tengo a la muerte en vida. Miedo le tengo a que se mueran los que amo. Miedo le tengo a vivir sin amor. Miedo le tengo a perderme en mi cabeza y no poder volver. Miedo le tengo a la ansiedad. Miedo le tengo al aburrimiento. Miedo le tengo vivir dormida. Pero, ¿miedo a la muerte? No. Claro que quisiera que mi encuentro con ella sea lo más lejos posible de estos días. Pero cuando llegue, llegará y no puedo hacer mucho en contra de eso.
¿Estaré enferma? Eso me hacen creer algunas personas. Quienes dicen que es imposible vivir sin tenerle miedo a la muerte. ¿Estaré negando algo? Puede ser, pero no creo que esto, justamente. Tener mi casa decorada con calaveras alegres, floridas, y rodeadas de vida significa mucho para mi. Significa que cada vez que las veo hago consciente que me voy a convertir en polvo, en nada, en algo indefinible algún día. Pero mientras tanto vivo, vivo y vivo. Y ese momento que separa este momento de ahora con el que finalmente caiga rendida a sus pies lo voy a aprovechar. Voy a inventar una y mil maneras de vivir. Voy a auto-criticarme mil veces. Voy a perdonarme. Voy a empezar de nuevo. Voy a seguir buscando. Voy a encontrar, a veces. Voy a reirme a carcajadas y llorar de la misma manera. Voy a aceptarme como soy. Voy a querer tanto a los que quiero. Voy a tratar de evolucionar. Voy a negar mandatos ajenos. Voy a escribir mal y bien. Voy a entregarme. Voy a saltar. Voy a confiar. Voy a sufrir mucho. Voy a abrir los ojos hasta que no pueda abrirlos más. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Miedo le tengo a la muerte en vida. Miedo le tengo a que se mueran los que amo. Miedo le tengo a vivir sin amor. Miedo le tengo a perderme en mi cabeza y no poder volver. Miedo le tengo a la ansiedad. Miedo le tengo al aburrimiento. Miedo le tengo vivir dormida".
Eso es el miedo a la muerte. Todo lo que describís. Miedo le tengo a que se mueran los que amo, eso es, sobre todas las cosas el miedo a la muerte; parece feo, pero es un modo de aferrarse con garras y dientes a la vida. Lo otro, la "muerte", esa señora de mortaja y facciones duras, es de orden simbólico. La muerte es la ausencia de palabras. Lo que nos deja perplejos, desarmados. Y como todo, pasa, pero deja una huella profunda. La espantosa sensación de que las cosas y las personas pueden perderse de verdad. Es cuando el futuro se acerca más y más. Una vez escribí: cuando somos chicos, el futuro queda siempre más lejos (o algo asi).
No está mal temerle a la muerte, a esa que describís. Después de todo, quien no teme, es porque poco tiene para perder.
Beso y que se te pase el dolor de muelas!