“El silencio de la felicidad como el de los órganos, es un
signo de salud.” Marc Augé
Me empieza a doler una muela. El dolor es paulatino. Va
creciendo día a día. Me quejo por momentos cuando tomo algo muy frio o muy
caliente. Cada vez se hace más presente la incomodidad. Es en esos días cuando
recuerdo lo bien que se vive sin tener un dolor. Es ahí cuando uno comienza a
hablar de las muelas, se queja, habla de ese dolor con los otros. Cuando ese dolor no existe uno no dice frases como “Uy, que bueno, acabo de tomar un
vaso de agua fría y no me duele nada.” Al bienestar físico no se lo nombra, sólo se lo vive en silencio.
Con la felicidad pasa algo parecido. A la felicidad no se la escribe, no se la
lee, no se la cuestiona, simplemente se la vive, se la disfruta. El punto culmine de libros, películas e
historias no son los momentos felices. Sino los otros. A la felicidad se la toca, se la siente, se la disfruta.
Y una vez que se esa felicidad se apaga, es cuando volvemos
a escribir y a hablar de lo mal que estamos porque ella se fue. Es en ese momento cuando todo lo frio y lo
caliente nos recuerda lo bien que estábamos antes de que ese dolor apareciera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario