miércoles, 25 de julio de 2012

Confesiones de mujeres de 30 (y pico)




“Estoy cansada que el amor duela”
“Yo estoy lista para que me rompan el corazón por primera vez”
“Los hombres están hechos unos pelotudos, o somos nosotras?”
“Para mi va a aparecer EL hombre. Todavía estoy a tiempo”
“En mi casa están un poco preocupados porque todavía estoy sola. En realidad yo también estoy un poco preocupada”
"Suerte que me llamaron chicas, estaba a punto de mandar un mensaje de texto de la muerte"
“Estoy llena de pretendientes pero ninguno me mueve un pelo”
“Te juro que yo pruebo sólo una vez más. Si me va mal de nuevo, me hago lesbiana”
“Yo todavía me quiero casar, tener hijos y todo eso”
“Boluda, arranquemos ya con los electrodos”
“Me gusta un chico más chico. No puedo salir con él. No me gustan los nenes. Pero este es tan lindo. Hablamos en idiomas distintos siempre, pero me gusta. Ma si, voya salir y listo. Le puedo enseñar un par de cosas”
"Guachas, me cuentan todos estos bajones. Yo, luego de cuatro años estoy enamorada. Pero las escucho y se que en algun momento voy a volver a pensar y sentir como ustedes."
“Yo ya no espero nada. Y eso me tiene muy en paz”
"Yo no me llevo bien con los niños, pero se me está acabando el tiempo. Debería estar planeando tener uno"
“No puedo ir a una fiesta, reunión, curso o lo que sea y no estar pendiente, con la antena parada para ver cual es mi hombre”
“¿Por qué nos gustan los hombres dañinos?”
“A mi me gustan los hombres que no me ven. Los que me ven me parecen todos pelmazos”
“Hoy salgo, me visto de perra y me levanto un tipo. En realidad hago lo mismo hace 3 años. Algun día va a aparecer el hombre de mi vida.”
"Con los años me volví más básica. Sólo quiero buen sexo y compañia. Nada de inteligencia, humor, amor desenfrenado. No más."
“Yo no necesito a un hombre para estar bien. Pero que lindo sería enamorarme en este momento de mi vida”
“Tiene que haber un tipo como nosotras por ahí dando vueltas, no?”

lunes, 23 de julio de 2012

El sujeto omitido


La mirada inmensa de la noche se refleja en sus ojos. Su boca no deja de nombrar al pasado muerto, inerte y despedazado en cada palabra. No existe consuelo para el dolor que esas palabras nombran. Los minutos parecen tener vida propia. A veces se alargan, luego se ralentizan hasta perecer casi en pausa. Pareciera que este momento vertiginoso de palabras y miradas fuera acompañado por cada uno de los ruidos de esta ciudad. No pasará nada trascendente hoy. Será un día más de esos que no son recordados. En el futuro este será un día olvidado y omitido.

Olvidos cotidianos




Siempre tengo que volver a mirar el dibujito de las hornallas cada vez que voy a prender una de ellas. Quizás sea porque no cocino mucho. Quizás sea porque hay cosas que olvido constantemente.
Tengo que volver a pensar en mí cuando me aburro en un lugar. A veces me olvido de mi y me la paso todas unas largas horas aburriéndome. Pensando que tengo que seguir ahí donde estoy. Y luego me miro y me acuerdo de que esta vida es mía. Entonces me levanto, saludo amablemente y me voy.
A veces tengo que volver a mirar en la calle a la gente, los edificios, los árboles. Me olvido de mirar y camino como si fuera un día más. Como si todo lo que fuese a mirar no fuera nuevo hoy.
Otras tantas veces, me olvido de lo que me gusta, de lo que me hace bien. Y me distraigo con otras cuestiones nuevas o no tanto. Paso así días enteros, quizás meses, haciendo cosas para otros. Probando una vez más actividades o relaciones que no me gustan. Acompaño a otros a lugares que no me dicen nada. Y así se me pasa la vida, hasta que me acuerdo de las cosas que me gustan y las vuelvo a hacer.
Me olvido a veces de que la gente no cambia. Insisto e insisto en hablarles para intentar hacerles entender algo inentendible. Me olvido que tenemos estructuras mentales distintas y lo que es bueno para mi puede ser un desastre para los demás. Me olvido de aceptarlos como son. Me olvido de alejarme si ese “como son” me lastima.
A veces llego hasta olvidarme de mi aquí y ahora. Pienso en momentos pasados. Lugares lejanos. Añoro al futuro, esperando encontrar en el algo que no tengo, que me falta. Me olvido del ahora. Me olvido que mis fallas me van a acompañar también en esos días que todavía no llegaron. Me olvido que tengo que aprender a convivir con esta que soy ahora.
Miro de nuevo los dibujitos de las hornallas y pienso en lo tonta que soy por olvidarme siempre de lo mismo.

lunes, 16 de julio de 2012

El primer paso



Esta ahí parado en el borde. No sabe bien como llegó hasta ese punto, pero sin duda, sabe que el esfuerzo fue mucho. No existe esfuerzo físico para llegar hasta ese lugar, pero sí un inmenso esfuerzo psíquico y emocional. Rupturas de todo tipo, no mirar atrás, no pensar en aquellos que quedaron lejos. Lejos de este limite inminente que lo abraza y corrompe todo lo sentido hasta ahora. Es el momento de saltar. ¿A dónde? Nadie sabe. Todos intuyen, sueñan, desean, piensan, pero el salto a la nada es de otra índole. Solo él que está parado ahí frente de esa inmensidad lo sabe y ni siquiera tiene palabras para describirlo. Lo difícil no es saltar, piensa. Lo difícil es haber llegado hasta el borde de uno mismo. Lo difícil fue llegar hasta ese momento en donde nada está escrito, dicho, sentido, ni siquiera imaginado. El desgarro de haber dejado todo atrás le causa una sensación de grandeza, que muere al instante en que mira al frente y es él, por primera vez,  conciente de su estado. Sabe que si da un paso más ya no habrá piso que lo gobierne. Abre los ojos no queriendo perderse nada. Comiéndose el vacío con esa mirada y ya sin dudas ni miedos da un paso al frente. 

lunes, 9 de julio de 2012

Los amantes y el tiempo


Estaba recostado en la silla. En la mano derecha tenía una copa de vino verde, de rasgos medievales, con detalles en los costados. Ella estaba cruzada de piernas y fumaba un cigarrillo con cierta impavidez. Hacía exactamente cinco minutos que ni él ni la Mujer que Hablaba del Amor pronunciaban palabra. Bebían y se miraban mientras pensaban en silencio sobre lo que ella, momentos antes, había dicho.
El beso de los amantes nuevos es un beso para huir de la muerte. Es una advertencia de que el tiempo, cuando se vive un amor intenso, es un bien escaso. Siempre estamos retrasados. Es un tren que está siempre a punto de salir.
De golpe ella suspiró, como quien recuerda algún beso lejano pero no olvidado. La mujer que Hablaba del amor miró el techo y pestañeó varias veces para que las lágrimas que intentaban salir de sus ojos se detuvieran y, sobre todo, para que aquel hombre sentado frente a ella no las notara.
Miró su reloj, sonrió y se fue. Nunca antes se había ido.