viernes, 29 de mayo de 2009
¿Y si un día sucede?
Uno siempre tiene sueños, proyectos, deseos. "Sueño con poner un parador en la playa". "Sueño con vivir en medio de la montaña cosechando lo que yo mismo siembro". "Sueño con viajar por el mundo durante un año". "Sueño con tomarme un año sabático". "Sueño con renunciar y montar mi propia empresa". "Sueño con dejar todo y empezar de cero". Esos son algunos de los ejemplos que he escuchado entre mis pares e impares infinidad de veces. "El sueño del pibe", le llaman. Pero ¿qué pasa si ese día cada vez está más cerca? ¿Qué sucede si un día uno toma las riendas de su vida, se arriesga y prueba? ¿Qué pasa si uno se enfrenta con los miedos, con las incertidumbres, con lo socialmente aceptado y deja todo por un sueño? Siento por estos días que cada vez estoy más cerca de hacerlo. ¿Miedos? Miles tengo, pero hace tiempo que necesito cambiar algunas cosas, crecer en otras, moverme, soñar, y hacer que ese sueño viva y deje ser sólo parte de mi imaginación y se convierta en una realidad a la cual puedo tocar, ver y sentir. Así como el año pasado tenía muy clara mi meta y lo pude llevar a cabo, este año (desde marzo) tengo otra meta y pienso intentar cumplirla. Miles de incertidumbres, de preguntas me rodean cada vez que pienso en esto y lo siento, pero las ganas siguen siendo mucho más fuertes. Uno de estos días cercanos me darán de elegir nuevamente entre la pastilla roja y la azul, y yo casi sin dudar, pensaré en mis deseos, y elegiré una vez más la maldita (pero sobre todo bendita) pastilla roja.
lunes, 25 de mayo de 2009
Verdad velada
Él se le escapa de sus manos. Ella no puede hacer nada, o lo mucho que puede (y tiene) que hacer no logra traducirse en palabras y mucho menos en acciones. Ella llora y llora. Hace días que llora sin poder salir de sus lágrimas. Ahí está encerrada con su teléfono en la mano y aquella agua salada saliendo por sus ojos a borbotones. Hace cuatro años que esa mujer quiere a ese hombre. Hace cuatro años que esa mujer guarda ese secreto con él. La única persona en este inmenso mundo que debería saber de aquel amor es él. Sin embargo, el permanece ignorante de semejante información. Ella no puede decirselo. ¿La distancia es un impedimento? No lo creo.
viernes, 22 de mayo de 2009
Sangre, sudor y lagrimas
Me despierto temprano. Más temprano que lo habitual. Eso me duele, me cuesta mucho. Pero es una buena causa. Me pasan a buscar y me voy a un hospital. Subo al ascensor. En el hay un médico muy buen mozo y una camilla con una mujer dormida, desmayada, dopada, no se. Intento no mirarla demasiado. Hay olor a enfermedad en todos lados. Me dispongo a donar sangre, por primera vez en la vida. Una vez había querido hacerlo pero por presión baja me lo habían negado. Me hacen una entrevista. La enfermera se ríe de algunas de mis respuestas. Estoy hablando de cosas muy privadas con alguien que conozco hace 30 segundos. Pero respondo obedientemente. Me hacen una prueba de sangre en mi brazo derecho. Miro mi tatuaje mientras me clavan una aguja pequeña que casi ni percibo más que con la vista. Esta primer prueba es para saber si mi sangre esta buenita. El test me sale positivo, soy sana una vez más. Me llevan a un sillón demasiado cómodo para la hora de la mañana. Me recuesto y las enfermeras no dejan de agradecerme que haya venido a donar mi sangre. Ahora me pinchan con una aguja bastante más gruesa que la anterior. Siento el dolor y mi cara lo refleja. Me empiezan a sacar mi liquido rojo, espeso, pesado. Exodo de sangre. Así estoy unos cuantos minutos mientras me sacan lo necesario. Medio litro de sangre regalo al padre de mi mejor amigo. Me siento bien por poder hacerlo, por poder ayudarlo, por que alguien más tenga mi sangre. La enfermera me agradece una vez más y me quita la aguja. Me felicita por mi sangre, como si yo tuviese algún mérito de tener esa sangre tan buena que ella logra notar en mí. También habla de mis venas, pero no entiendo bien, estoy un poco mareada, débil. Me regalan un desayuno. Lo tomo y como y me voy. Nuevamente me encuentro con camillas, y enfermos y sobre todo ese olor a que algo no anda bien. Me voy a trabajar, cansada y todavía queda mucho. Llego empiezo a las corridas como siempre. Al mediodía salgo a almorzar con mi padre. Tengo una fea pelea con el. Y por la debilidad, por tener menos sangre en mi cuerpo parece que tengo más lagrimas. Llego al trabajo hecha una piltrafa. El día sigue. Me llama un ex novio para que le recomiende un lugar para ir con otra. Se lo recomiendo al instante. Pienso. De golpe un sismo invade el DF. Me preocupo, No contestan. Al rato llega la respuesta que esperaba, todo está bien por allá. No tanto como acá. Me canso, trabajo, me ofrecen, ofrezco, proyecto, me reuno, me debilito. Estoy cansada. Solo quiero dormir. Pero todavía me queda bastante. Tengo que escribir mi flamante obra de teatro, tengo que estudiar, tengo que viajar. Solo quiero acostarme en la cama y pasar a otro día. No soporto más este día de locos en que dono mi sangre a un padre ajeno y el mío propio me extrae lagrimas.
lunes, 18 de mayo de 2009
Homenaje
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
miércoles, 13 de mayo de 2009
Rubro lluvia y frio
Tac, tac tac. Ese es el ruido que escucho desde mi monoambiente el día de hoy. Adivino que es porque hace un rato el mismo ruido salía de mi departamento. Es el ruido que hacen las estufas (sanas) una vez por año. El frío otoño llegó a Buenos Aires por estos días. La gente llega a su casa y esta está fría y comienza a prender las estufas. Creo que aún más que en el verano o en las primaveras del amor, la gente sale a buscar abrazos, besos cálidos, o enroscadas a la hora de dormir. Este tipo de acciones son las que calman el padecer de estos fríos que nos rodean en este hemisferio en esta época del año. Debería existir un rubro en los clasificados de los periodicos que digan algo así como: "Busco miradas, busco un beso y un abrazo que me calme este frío que tengo estos días al llegar a mi casa. Busco, compro, permuto, trueco amor al ver este cielo gris y lluvioso por la ventana que está justo al lado de mi lecho".
Principio de incertidumbre
Las sociedades nos imponen a tomar posturas. Blanco o negro. Amor u odio frente a algo. Malo o bueno. Estas en contra o a favor. Si o no. Infinitas preguntas que uno debe responder en su cabeza o en una reunión de seres que exigen respuestas cerradas, casi sin tener en cuenta la infinidad de grises en cada una de las respuestas. ¿Porqué la incertidumbre es tan bastardeada? ¿Porqué uno no puede dudar, opinar, pensar o sentir y luego cambiar de opinión? ¿Porqué no somos conscientes de que nada es para siempre y que cada una de las respuestas tiene que ver con el como, donde, cuando? ¿Porqué creer que somos eternos y tomar decisiones para toda la vida y luego cuando nos damos cuenta que nos equivocamos no parar la pelota y cambiar? Será como dijo aquel ser hermoso: "cuando uno duerme con certezas a pesar de que estas sean tristes, duerme más tranquilo que durmiendo con incertidumbres". Yo soy de las que brindan por las incertidumbres. Soy de las que creen en el "para toda la vida" sólo mientras ese sentimiento dure. Soy la que recibe a las dudas y las guarda adentro hasta que son cambiadas por nuevas dudas. Soy de las que duerme profundamente con incertidumbres siempre y cuando sea coherente con lo que pienso, creo, siento y veo.
lunes, 11 de mayo de 2009
Como quien oye llover
Era domingo. Día gris si los hay. Eran las 19 horas cuando G me pasó a buscar. No tenía ganas de ponerme linda asique salí asi como el domingo me había dejado. Bajé y ahí estaba él con su auto gris esperándome para irnos juntos al teatro. Hacía bastante que no hablábamos. Nos habíamos visto la noche anterior, pero no habíamos sido nosotros (ni nuestras charlas) el centro de atencion. Hablamos un poco antes de entrar al teatro, y recuerdo con especial impetu que le dije que yo creía que nunca iba a querer traer hijos a este mundo. Recuerdo que dije que mi vida estaba bastante perfilada a otras cuestiones que poco tenian que ver con pañales, con llantos, con partos y demas. Recogimos nuestras entradas y esperamos unos minutos a que abriera la sala. Era la segunda vez que tenía entradas para esta obra. Pero la vez anterior no había podido ir y había regalado las localidades. Había recibido buenas críticas, pero realmente en mi interior, dudaba de que me vaya a gustar la obra, aunque si lo deseaba mucho aquel domingo. Entramos y apareció en escena un Juan Pablo Geretto vestido de mujer. Impecable, triste y sonriente. Me reía con sus ocurrencias, y me entristecía con sus soledades. De golpe un hombre semidesnudo, el mismo Juan Pablo, maquillado de muñeca, hablando con su voz grave y afeminada me envolvió por completo. Su arte me envolvía, me conmovía, me hacía llorar a montones, me hacía pensar en cosas que habitualmente no pienso. Su historia de vida ahí desnuda en el escenario, ese ser humano que noche a noche cuenta su infancia sin más palabras que las de un niño que aprendió a dormir con incertidumbres. Ese hombre que le hace un homenaje a sus mujeres de la infancia, aquellas que quizás y solo quizás lo llevaron a ser quien es el hoy. Y tan hermosa persona es hoy que puede trasmitirlo arriba de un escenario y regalarle al publico sus experiencias, sus amores, y sobre todo sus soledades. Lloré, lloré y lloré, pero no de tristeza, sino que de emoción por el arte, por el amor que eso genera, porque no quiero que mi vida pase como quien oye llover.
COMO QUIEN OYE LLOVER Viernes y Sábados 21:30 hs. - Domingos 20hs. Teatro el Cubo | Zelaya 3053 tel. 4963-2568 / 4962-5402 TuEntrada.com | 5533-5533 |
sábado, 9 de mayo de 2009
No siento los besos
En la era de la virtualidad uno está más comunicado con todo el mundo o eso es simplemente lo que parece. Uno se reencuentra con viejos amigos, viejos conocidos, y hasta viejos desamores. La cuestión es que si uno dejó de hablar con esa persona alguna vez, por algo será y no deberíamos volver a unirnos virtualmente. Por otro lado, uno llama menos por teléfono y chatea más con sus amigos, familiares y amores. Se pierden en este proceso miles de expresiones y muchas veces se generan mal entendidos que la lengua escrita no deja claros como una voz, como un gesto, como un tono, como una mirada. También, la virtualidad acorta las distancias, claro. Uno puede mantener una relación a la distancia mucho más fácilmente (?) que años atrás. Uno puede escuchar y ver al otro todo el tiempo a pensar de los kilómetros entre ese otro y nosotros. Pero la virtualidad destruye muchas cosas. La virtualidad enfría aquello que debería arder. La virtualidad nos hace creer en algo que no es más que imagen y sonido como si eso fuese un encuentro real entre dos seres humanos. En la virtualidad los "jajaja" no son risas ni carcajadas alegres, los perfumes corporales no existen, los abrazos no aprietan, los amores no se tocan, los emoticones no emocionan, las miradas son frías, y los besos no se sienten.
martes, 5 de mayo de 2009
Bendito martes
lunes, 4 de mayo de 2009
Maldito
Día de volver a la rutina. De mezclarse con gente desconocida. Día de recordar el pasado cercano. Día de arrancar la semana y verse venir encima las tareas. Día de mal humor matutino por el final de algo lindo. Día en que me alejo de la vida sana y empiezo nuevamente con los vicios. Día en que los problemas arrancan, las incertidumbres crecen, los horarios aprietan. Día eterno, con baches interminables. Día en que el teléfono suena y suena y nunca es quien yo quiero. Día en que sonrio sin pensar en mi aquí y ahora. Día en que vendo, prometo, proyecto, cosas que solo algo tienen que ver conmigo. Día de injusticias. Día de broncas mal llevado. Día que pasa de largo sin aprovecharse. Día en que me aprietan los zapatos y no puedo estar descalza. Día de empezar una vez más con algo que no cambia si yo no cambio. Maldito día en que me siento queriente y no querida.