Esta ahí parado en el borde. No sabe bien como llegó hasta
ese punto, pero sin duda, sabe que el esfuerzo fue mucho. No existe esfuerzo
físico para llegar hasta ese lugar, pero sí un inmenso esfuerzo psíquico y
emocional. Rupturas de todo tipo, no mirar atrás, no pensar en aquellos que
quedaron lejos. Lejos de este limite inminente que lo abraza y corrompe todo lo
sentido hasta ahora. Es el momento de saltar. ¿A dónde? Nadie sabe. Todos
intuyen, sueñan, desean, piensan, pero el salto a la nada es de otra índole.
Solo él que está parado ahí frente de esa inmensidad lo sabe y ni siquiera
tiene palabras para describirlo. Lo difícil no es saltar, piensa. Lo difícil es
haber llegado hasta el borde de uno mismo. Lo difícil fue llegar hasta ese
momento en donde nada está escrito, dicho, sentido, ni siquiera imaginado. El
desgarro de haber dejado todo atrás le causa una sensación de grandeza, que
muere al instante en que mira al frente y es él, por primera vez, conciente de su estado. Sabe que si da
un paso más ya no habrá piso que lo gobierne. Abre los ojos no queriendo
perderse nada. Comiéndose el vacío con esa mirada y ya sin dudas ni miedos da
un paso al frente.
1 comentario:
Esta entrada me encantó. Realmente eres muy buena transmitiendo tus emociones.
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