miércoles, 21 de enero de 2009

El beneficio de vivir sin culpas


Me despierto temprano y te pienso. No quiero hacerlo pero supongo que no puedo hacer lo contrario. Me quedo un rato remoloneando en la cama, buscandote en ella, y no encuentro más que a mis cinco almohadas (cada vez tengo más). Sonrío sin embargo, al no encontrarte cerca y me despierto a desayunar algo rápido. 
Hoy no trabajo, lo recuerdo, y eso me pone feliz y me da al mismo tiempo infinitas posibilidades. Puedo hacer lo que se me cante hoy. Y espero que el cantar me lleve por buenos lugares. Y así es como comienzo a hacer las cosas con la libertad que permiten las vacaciones, sin reloj, sin celular, sin tiempo más que el biológico. Tengo hambre y son las doce del mediodía, no me importa, almuerzo. Son las tres de la tarde y tengo sueño, no me importa duermo una siesta. Son las cinco y tengo ganas de ver una película de tres horas de mi director favorito, no me importa, voy al cine más lejos de mi casa. Tengo ganas de jugar con mis sobrinos, no me importa, voy a por ellos. Así son mis días últimamente, libres de pensamiento y de acción. No tengo culpas por pensarte y no tengo culpas de hacer lo que quiero. Todo esta maravillosamente bien. Respiro y siento cada instante. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

esta es la J que me gusta leer....


No signature man

El Cochinillo exquisito. dijo...

te lucen exquisitas la libertad y las almohadas ...