El es un hombrecito. Es alto, muy flaco (últimamente) y de unos ojos jamás olvidados. Un día se despertó a la mañana con la sensación de que algo no estaba terminado. El hombrecito caminó, pensó, se confundió. Pensó en las posibilidades en los pros y los contras. No lograba tomar una decisión, pero lo intentaba. La cabeza del hombrecito no dejaba de planear, proyectar e imaginar distintas posibilidades según diferentes decisiones. Un día el hombrecito se despertó con una certeza: no tenía ganas de elegir, quería que las acciones, los hechos y sentimientos decidieran por él.
2 comentarios:
creo que lo conozco, repite los mismos gestos que hago frente al espejo, me dicta estas palabras al oido...
El hombrecito es un cagón.
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