Ya es mi segundo día en esta ciudad y ya empiezo a sentirme feliz. Por la mañana trabajé, ergo hablé de todos los prototipos de hombres que existen y nos atraen a nosotras, las mujeres latinoamericanas. Me di cuenta que existen hombres conflictuados en todos lados, y que las mujeres están (o estamos) tan bifurcadas en Colombia como en Buenos Aires. Como empezamos muy temprano, ya a las 11 de la mañana habíamos finalizado las entrevistas. Mi desconocido anfitrión local y ahora compañero de trabajo se tomó un descanso de mí y se fue. Me quedé por primera vez sola en la ciudad. Agarré mi cámara de fotos, mis cigarrillos, un mapa, un manojo de billetes pequeños colombianos y salí. Llovía y hacía frío y yo casi no tenía abrigo. Caminé sin saber muy bien a donde iba. La gente me miraba, supongo que aunque intentaba no llamar la atención, seguía pareciendo ajena a ellos.. No me gusta sentirme turista pero supongo que mis ojos sorprendidos y que todo lo miraban daban cuenta que yo no era de allí. Me fui a comer a la Zona Rosa, lugar arbolado, con calles peatonales y restaurantes mononos. Me senté, me pedí una cerveza y observé el mediodía colombiano. Al rato me fui a caminar pero cada dos por tres pasos me sentaba en algún banco a mirar la gente pasar y a mirar lo que en la ciudad propia uno se pierde por la cotidianidad. Me sorprendí al darme cuenta que la gente en Bogotá no pide prestado nada, sino que pide regalado. Me pidieron que les regale un minuto, que les regale cambio y finalmente que les regale candela. Caminé y caminé. Ya por la tarde había salido el sol y hacía calor (por suerte no tenía abrigo que cargar). En el camino me encontré con un artesano y le compré un collar colorido. Me hizo sonreír con sus palabras y me dijo que nunca había visto una sonrisa tan suave (claro, quería venderme más collares). Sin embargo seguí sonriendo y descubrí que el también tenía una sonrisa digna y me percaté que los colombianos tienen una sonrisa y una dentadura que ha sido creada para gesticular sonrisas.
lunes, 29 de septiembre de 2008
Colores colombianos
Ya es mi segundo día en esta ciudad y ya empiezo a sentirme feliz. Por la mañana trabajé, ergo hablé de todos los prototipos de hombres que existen y nos atraen a nosotras, las mujeres latinoamericanas. Me di cuenta que existen hombres conflictuados en todos lados, y que las mujeres están (o estamos) tan bifurcadas en Colombia como en Buenos Aires. Como empezamos muy temprano, ya a las 11 de la mañana habíamos finalizado las entrevistas. Mi desconocido anfitrión local y ahora compañero de trabajo se tomó un descanso de mí y se fue. Me quedé por primera vez sola en la ciudad. Agarré mi cámara de fotos, mis cigarrillos, un mapa, un manojo de billetes pequeños colombianos y salí. Llovía y hacía frío y yo casi no tenía abrigo. Caminé sin saber muy bien a donde iba. La gente me miraba, supongo que aunque intentaba no llamar la atención, seguía pareciendo ajena a ellos.. No me gusta sentirme turista pero supongo que mis ojos sorprendidos y que todo lo miraban daban cuenta que yo no era de allí. Me fui a comer a la Zona Rosa, lugar arbolado, con calles peatonales y restaurantes mononos. Me senté, me pedí una cerveza y observé el mediodía colombiano. Al rato me fui a caminar pero cada dos por tres pasos me sentaba en algún banco a mirar la gente pasar y a mirar lo que en la ciudad propia uno se pierde por la cotidianidad. Me sorprendí al darme cuenta que la gente en Bogotá no pide prestado nada, sino que pide regalado. Me pidieron que les regale un minuto, que les regale cambio y finalmente que les regale candela. Caminé y caminé. Ya por la tarde había salido el sol y hacía calor (por suerte no tenía abrigo que cargar). En el camino me encontré con un artesano y le compré un collar colorido. Me hizo sonreír con sus palabras y me dijo que nunca había visto una sonrisa tan suave (claro, quería venderme más collares). Sin embargo seguí sonriendo y descubrí que el también tenía una sonrisa digna y me percaté que los colombianos tienen una sonrisa y una dentadura que ha sido creada para gesticular sonrisas.
domingo, 28 de septiembre de 2008
Lejos
Viajar sola tiene sus pros y sus contras. Nadie te rompe con cuestiones que no te interesan pero por otro lado no podes compartir algo que estas viendo con ese alguien con quien quisieras compartirlo. Bogotá me recibió nublada y pesada. Apenas llegué me esperaba un desconocido muchacho con un enorme cartel que decía mi nombre. Con él iba a hacer las entrevistas los días siguientes. Fuimos hasta el hotel a dejar las cosas y salimos a recorrer Bogotá a pie. Caminamos mientras nos íbamos conociendo. Él, amante del arte como yo, camarógrafo, ingeniero y guionista frustrado e interesado en las sillas con diseño. Yo, como una niña mirando para todos lados para intentar dejar registro de la nueva ciudad que estaba conociendo. Los dos estábamos hambrientos. Comimos carne de carpincho con plátano y lo acompañamos con una cerveza colombiana por excelencia. Caminamos y charlamos, él más que yo, ya que de momento a momento me quedaba sin mucho aire en mis pulmones por la altura, la excitación, el miedo, la alegría o todo mezclado. Seguimos caminando y fuimos a por un café en Juan Valdés. Tomamos un café que no recuerdo el nombre pero que estaba endulzado con caña de azúcar. Una ricura. Luego volvimos, ya de noche. Ahora me dispongo a descansar. Aquí dos horas menos o allá dos horas más.
sábado, 27 de septiembre de 2008
El principito de algo
Llegó el momento de moverme. Me voy de viaje a un lugar lejano y desconocido. Un poco de trabajo y un poco de placer me esperan. Pero sobre todo me esperan mis desiciones por tomar. Me tomo esos días para pensar un poco en todo esto. Ya se que es lo que me hace mal pero no estoy muy segura de que o quien sea lo que me hace bien. Tiempo de algunos cambios. Renovaré mis energías. Conoceré a desconocidos. Pasearé por lugares jamás pisados. Y pensaré.
jueves, 25 de septiembre de 2008
La santa
Ella es Rita. Mi nueva compañera. Como no podía ser de otra manera en alguien alejado de las plantas como yo, me la regalé el día de la primavera. Hoy la planté y le acomodé su lugar en mi humilde balcón. Tendré que acordarme de regarla, pero no ahogarla. Tendré que dejarla sin agua varios días, pero sin secarla. Ella, Rita, será testigo de algunas situaciones de mi vida. Me verá sentada en la hamaca que queda frente a ella. Espiará del otro lado del vidrio lo que en mi sillón suceda. Será voyeurrista de mi vida. Será la única testigo de algunos llantos. Me verá desayunar frente a ella con cara de dormida. Me extrañará cuando esté de viaje y manos ajenas la vendrán a cuidar. Rita me dará su color cuando lo necesite y yo le daré mis palabras y mi cuidado para que pueda acompañarme el tiempo que nos necesitemos.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
Invasión del pasado
Se junta Soda Stereo, Los Cadillacs, Vilma Palma e Vampiros y demás. Los muebles antiguos en una casa post moderna son el ultimo grito. Las niñas y niños que están empezando a vivir usan los mismos lentes de sol que usaban sus abuelos. Lo pitucones son cancheros, pero nadie juega y se rompe los pantalones y o los codos de los pulloveres. Se reciclan autos que habían sido olvidados y manejarlos es ser el número uno. Tener remeras con un dibujos de pac man, flash, atari, V invasión extraterrestre, Rainbow brite, He man, ect. genera envidia en los demás. Vuelve Nave jungla, vuelven los lentos, y bailamos el ataque ochentoso. Lo retro, lo vintage, lo old fashion está de moda y ojalá que vuelvan los nevados (agrego yo). ¿Será que todo tiempo pasado fue mejor? ¿Será que en está década ya no se nos ocurre nada original que nos identifique? ¿Será el movimiento cíclico de la moda? ¿Será esta década recordada con arquetipos robados de otra década aun más antigua? Qui lo sa´.
lunes, 22 de septiembre de 2008
Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera
Siguiendo con el tema de los aromas...
Me quedé pensando en el tema de los aromas. Es posible que aromas que hoy no me gustan, si lo hagan el día de mañana. Es posible que un aroma que hoy desconozco sea mi debilidad en el futuro. Es por eso que estuve haciendo una especie de lista de los olores que hoy, a mis 28 años, 7 meses, 20 días y 25 minutos me agradan. Todo esto para releer esta lista en algunos años y comparar con los aromas que me gusten en aquel mañana.
domingo, 21 de septiembre de 2008
Aromas
El olfato es uno de los sentidos más ricos. Un aroma nos puede transportar al pasado en un segundo. Hay perfumes que nos recuerdan a personas. Lo olemos y en un segundo se nos arma una imagen mental de alguien que alguna vez estuvo cerca. Ese mismo aroma nos puede transportar a un sentimiento vivido.
viernes, 19 de septiembre de 2008
Mirame, mirame, mirame...
El transporte púbico es cuna de grandes historias de amor. Mis amigos me cuentan historias donde las miradas son las protagonistas, donde el pequeño roce de dedos sobre el pasamanos se convierte en un contacto sublime por un segundo.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Fulanos
Cada loco con su tema
A él le gusta el fútbol. Siempre va a la cancha y los domingos mira todos los partidos ya viejos. A ella sólo le interesa la moda, la ropa y los accesorios que se pone, se compra, inventa o envidia. Ellos miran televisión, hacen televisión y hablan de la boba caja. Uno escribe todo el día. Una está obsesionada con sus dietas, las probó todas, pero sigue intentando y contando cada gramo que baja o que para su desgracia sube. Ellos están obsesionados con encontrar el amor en alguna noche oscura. Ella fuma todo el día. Él descubre su cabeza de caballo bajo los escombros. Es su primer escultura. Ella quiere seguir teniendo hijos. Él se preocupa por ser “cool”. Ella odia algunas palabras pero las dice. La otra habla todo el día de su casamiento. Ellos corren para llegar a algún lugar. Él lucha por recuperar un pasado perdido. Ellos se separan. Algunos otros no se alejan de la computadora casi ni por un segundo. Esos miran películas todo el día. Los otros no paran de ganar plata sin gastarla. Algunos se endeudan. Todos buscan algo. Todos buscamos algo.
Escrito en el cuerpo
Alguna vez pensé en tatuarme el nombre de una canción de
los Beatles. Fueron pasando
los años y no lo hice y no me
arrepiento. Pero hace
unos días vi una película
y recordé porqué quería
que esa frase fuese parte de mi cuerpo. No tengo muchas
palabras más para describir lo que siento cuando escucho
este tema. Les dejo la versión de la película "Across
the Universe".
martes, 16 de septiembre de 2008
La hamaca
Luego de un arduo trabajo mental y físico me toca descansar. Así que me siento en mi flamante hamaca y miro a mi alrededor. Algunas cosas están en su lugar, otras están en vías de estarlo y otras no se donde están. Pero mientras tanto descanso. Estiro mis piernas, cierro los ojos por un rato y respiro hondo. Aquí es donde quiero estar ahora. Sentada, hamacándome sin marearme. Pensando y sintiendo esto. Poco a poco la rutina, los deberes, y sobre todos los deseos me irán sacando de ésta postura "cómoda". Pero mientras tanto me limito a escuchar una linda banda de sonido y disfrutar de mis logros momentáneos.
Decisiones
Desde que somos chicos que empezamos a tomar nuestras propias decisiones. ¿Tomo nesquik o mate cocido? ¿Juego al handball con mis amigas o hago atletismo? ¿Lloro y busco el abrazo de papá o de mamá? Uno va tomando decisiones y va formándose, o transformándose o desformándose. A medida que el tiempo pasa las decisiones son más importantes, más trascendentes y tomarlas nos estresan más y también marcan más nuestro camino. Un día como hoy me pregunto si las decisiones que he tomado a lo largo de mi vida y que me han convertido en esta que soy hoy, estuvieron bien. ¿Qué hubiese pasado si elegía nesquik en vez de mate cocido? Nunca sabré que hubiese pasado si elegía otra cosa. Nunca sabré que hubiese pasado si no tomaba ese subte, si no miraba a la izquierda en ese bar, si no me retrasaba en la clase de teatro. Nunca sabré que hubiese sido de mí si no estudiaba dos carreras al mismo tiempo, si seguía trabajando con mi padre, si no cruzaba ese puente rojo, si no besaba aquellos labios. Nunca lo sabré y tampoco me quita el sueño no saberlo, sólo que por estos días pienso un poco en que algunas cosas podrían haber sin diferentes, no mejores ni peores, sólo diferentes.
domingo, 14 de septiembre de 2008
Mujercita
Había una vez una joven (no tan joven) mujercita. Ella era chiquita pero de una u otra manera se hacía notar. La gente que la rodeaba la llamaba por su sobre nombre. Nadie sabía cual era su nombre verdadero y ella mantenía el misterio. Un día la mujercita se sintió sola y triste, pero sin embargo salió a vivir ese día. El sol la ayudaba a olvidarse de sus dolores y desamores, pero cada nube que pasaba no hacía más que recordarle las lágrimas contenidas en sus ojos. Durante todo el día sonrió, y comió cosas ricas. Abrazó a gente, pero no muy profundamente porque temía que algún abrazo soltara al llanto. Vivió un día más. Pero la mujercita en algún momento debía volver a su casa y enfrentarse nuevamente con su sentimiento escondido. Así que tomó coraje y regresó. Estaba anocheciendo. Tomó las llaves coloridas de su casa, como quién se resigna a abrir una puerta sabiendo que nada bueno espera del otro lado. La mujercita entró, apoyó sus cosas sobre la alfombra y se sentó a reencontrarse con la angustia. Esperó y esperó pero el sentimiento no florecía. Se distrajo con algunas cuestiones. Se tiró en la cama y miró por su ventana. Ya no estaba sola. La inmensa soledad de la luna la estaba acompañando.
"Because the sky is blue, it makes me cry"
Lloro por el cansancio. Lloro por el pasado. Lloro por amor. Lloro al ver una película. Lloro de emoción. Lloro esperando. Lloro en la cama. Lloro mientras me miro al espejo. Lloro preguntándome porque. Lloro en la oscuridad. Lloro sin que nadie me vea. Lloro con lentes por la calle. Lloro al leer palabras ajenas. Lloro al releer las mías. Lloro por miedo. Lloro no se bien porque, pero por las dudas y sin poder detener el agua que producen mis, sigo llorando.
jueves, 11 de septiembre de 2008
Adjetivos que me definen aqui y ahora
domingo, 7 de septiembre de 2008
Hola
Un llamado por teléfono que viene del pasado puedo provocarnos distintas cuestiones. Puede hacernos temblar las piernas y las manos sin que podamos controlarlo. Puede sorprendernos y hacernos reír sin saber bien porque. Puede generar un silencio insoportable entre los interlocutores. Los llamados del pasado suelen ser interesados. Buscan cariño, buscan respuestas, buscan reencuentros. Algunos, los más dañinos, buscan objetos que en algún momento cayeron en nuestras manos y en aquel momento pensamos que siempre nos acompañarían. Los llamados del pasado pueden ser enriquecedores o pueden destruirnos por un segundo (o algún tiempo más). En mi caso particular, este año he recibido varios llamados del pasado. Uno, el más importante, que me reencontró con un gran amigo que había devenido en una persona nueva. Otros llamados fueron de amores lejanos que siguen sintiéndose tan cerca como el día que separamos nuestras vidas. Otros llamados que he recibido son tan descartables que ni tengo ganas de describirlos. Pero sin duda los llamados del pasado nos hacen pensar en las personas que fuimos y que (lamentable o afortunadamente) ya no seremos más.
Un domingo no cualquiera
Me desperté a las 10 de la mañana. Era un día no laborable pero sin embargo, yo tenia que hacer llamados, mandar e-mails y coordinar todo para empezar la grabación que me quitará parte de mi vida por estos días. El día: gris, frío, húmedo. Yo: con resaca de la noche anterior, con dolores corporales luego de haber corrido (literalmente) 34 kilómetros, pero con muchas ganas de disfrutar mi día. Agarré mi bici nueva, linda y compañera de futuras andanzas. Pasé a buscar a otra persona que estaba como yo, pero menos dolorida y resacosa. Montadas en nuestras bicis nos fuimos lejos. Subimos y bajamos puentes. Pasamos por debajo de los aviones. Recorrimos lugares que alguna de nosotras nunca había recorrido. Charlamos. Cruzamos de Capital a provincia por un puntecito rojo. Comimos hamburguesas y milanesa a la maryland. Sacamos fotos y hasta gritamos en un puente mientras abajo pasaban los autos apurados por llegar a quien sabe que lugar. Luego de la andanza nos separamos. El día: estaba más gris aun, pero la bicicleteada me había hecho perder el frío. Yo: sin resaca, con más dolores corporales y dispuesta a dormir mi merecida siesta dominguera.
viernes, 5 de septiembre de 2008
El que le roba a un ladrón...
Tengo un amigo que es ladrón. Pasa caminando por un kiosco, se tienta, estira su mano mirando disimuladamente y agarra un chocolate Jack que raudamente se guarda en el bolsillo. Luego continua su vida normal. Trabaja, gana su recompensa por hacerlo, pero sin embargo sigue robando. Generalmente, elije como lugares para sus delitos, grandes empresas con turbios fines, pero eso lo hace más inocente a él?
miércoles, 3 de septiembre de 2008
¿La noche debilita a los corazones?
¿Nunca te pasó que extrañas más a alguien de noche que de día? ¿No te pasa que querés comer algo rico a la noche y al mediodía casi te conformás con cualquier cosa? ¿Nunca te pareció más lindo alguien de noche que de día? ¿No es la luna mucho más melancólica que el sol? ¿No lloras más de noche que durante día? ¿No decís más “te amos” por las noches? ¿No necesitas más a esa persona cuando cae el sol? ¿No conoces más a la gente de noche que a la luz del día? ¿No te relacionas de otra manera en la oscuridad? ¿No usas más los sentidos a la noche? ¿No usas menos el cerebro por las noches? ¿No esperás ese llamado por las noches? ¿No te sentís más solo por las noches que por las mañanas? ¿No es más difícil dormir solo de noche que cuando uno duerme una siesta? ¿Nunca te pasó de sentir dolor o tristeza en la noche que no habías percibido durante el día? ¿No se dan más y más sentidos besos por las noches?
Des encuentros
A los 9 años ella se había enamorado por primera vez. Le había escrito a él un vergonzoso pero colorido manuscrito. A los 15 él se enteró que la dueña de aquellas palabras venía a su pueblo. La fue a buscar. Ella no lo recordaba, pero al verlo se acordó de porque ese niño (ahora casi hombre) le había gustado tanto. Durante dos días se tomaron de las manos y soñaron un futuro juntos, pero ambos sabían que la distancia existía. A los 28 años ella recibió unas palabras digitales, de alguien que la buscaba. Era él. Reconoció enseguida su nombre. Trató de acordarse del pasado. Se encontraron una vez más. Ya no era lo mismo. Eran personas adultas y muy diferentes entre sí, aunque había algo que no había muerto pero que ya no podía ser vivido. A los 67 años se cruzaron de casualidad (como aquella primera vez) pero esta vez en la calle Guatemala. Ella lo miró de lejos. El venía concentrado en una canilla que no dejaba perder en su casa. Pasaron uno al lado del otro, pero ninguno de ellos se reconoció. Era la cuarta y última vez que se cruzarían.
martes, 2 de septiembre de 2008
Amor de bolsillo
No me llevo bien con la nueva manera de relacionarse. No me llevo bien con el amor burgués, amor líquido, amor post moderno o como lo quieran sus bocas denominar. Estoy podrida que el costo/beneficio haya llegado a las relaciones humanas. Que todo sea una cuestión de que gano, que pierdo, cuando doy, cuando me guardo para mi, cuantas veces me llamó, cuantas veces merece que lo llame. Estoy desalentada al ver que el amor haya pasado a formar parte de cuestiones matemáticas. Estoy desilusionada que la gente cuide tanto sus emociones futuras y no arriesgue las presentes. Yo, desde mi humilde lugar en el mundo, espero un día de estos perder el aliento mirando a alguien a los ojos.
lunes, 1 de septiembre de 2008
(Com)partidos
Caminé. Tomé prestada una lágrima de un amigo un día de alegría. Supe del silencio y contemplé los días grises con la desilusión de los que terminan algo. Fabriqué sueños posibles, que luego resultaron vanos. Recolecté miradas en una noche oscura. Inventé palabras cuando no tenía con quien utilizarlas. Llore sin ganas, sonreí sin felicidad y hasta olvidé momentos que nunca había vivido. Sin embargo, me di cuenta que faltaba mucho para el final, y eso era sólo un comienzo más.
(JAD y JF)