Una bici prestada. Unos sadwichitos. Una manta para el pasto. Un libro. Un diario, con noticias viejas. Una lapicera para escribir y su pareja, el papel. Mi compañía y un sol rodeado de nubes por momentos. Es tan fácil ser feliz a veces. La paz, fue trayendo a los pensamientos (de los buenos y positivos). El lago hizo lo suyo con mis sentimientos y mi asociación con el mar. El teléfono sonó varias veces. No quería compañía. No la quise hasta bien entrada la tarde cuando llegó él a charlarme. Andamos en bici por la ciudad. Llegue a casa exhausta de tanta tranquilidad y de tanta vida respirada.
3 comentarios:
cosas que pasan, como la felicidad que pasa.
saludos ilusos
J.
No recuerdo como subir a una bici... pero amo caminar por calles desiertas esperando encontrar la tal bien llamada tranquilidad.
se puede estar solo entre los hombres y encontrar la mejor compañía en la soledad del viento de una tarde cualquiera.
teléo
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