jueves, 28 de agosto de 2008

Otro jueves cobarde


Sueño que me despierto por el canto de un gran pájaro que está cerca de mi ventana.  Lo miro entre dormida y él me sonríe mientras sigue cantando una melodía que me resulta conocida.  Salgo de la cama descalza y el piso está tibio, y eso genera una sensación de bienestar en todo mi cuerpo.  Me pongo un vestido blanco, liviano y precioso.  Desayuno frutas de todos los colores, sabores y aromas. Las disfruto como si fuese la primera vez que las comiese. Salgo a bailar con los árboles y a caminar descalzas por las hojas que arman sobre el suelo un colchoncito hermoso. Empiezo a correr y el viento me despierta aun más, los pelos me revolotean, el vestido blanco se me pega al cuerpo. De repente me detengo ante la inmensidad. Llegué a donde quería llegar. Bajo caminando el médano y me acerco al mar. Voy caminando por la arena que está tibia por el inmenso sol que nos acompaña hoy. Llego a la orilla y dejo que la espuma se me meta entre los dedos de los pies. Me doy cuenta en ese instante  que soy feliz. Respiro hondo y me despierto.

 

3 comentarios:

Byron dijo...

Gracias por la visita y el comentario; a mi también me agrada como escribes; este post, aunque corto, me llegó profundo. Estaré visitándote más seguido. Adios.

Anónimo dijo...

"Hay, hay, hay, me voy a volar, y usted aqui, esclavo de andar..."

fly, just fly

J.

Frank dijo...

Tristemente, algunas personas, me incluyo, solamente podemos ser felices soñando,saludos.